Novela o cuento: ¿Qué extensión necesita mi historia?

Todo escritor se enfrenta tarde o temprano a la misma pregunta: ¿qué forma le doy a mi historia? No es lo mismo escribir una novela que un cuento, y tampoco es lo mismo embarcarse en una novela corta. La extensión importa, pero también el modo en que la historia respira, se construye y se entrega al lector. Cada obra necesita una extensión determinada, a veces hay que avanzar en ellas para tenerlo claro.

En este artículo vamos a revisar las diferencias entre novela, cuento y novela corta, con ejemplos claros, y te daré un ejercicio sencillo para descubrir cuál puede ser tu mejor punto de partida.

 

La novela: la gran sinfonía

La novela suele tener al menos 80,000 palabras. Es la forma literaria más amplia, ambiciosa y compleja:

  • Más personajes.
  • Más escenas.
  • Más conflictos y nudos narrativos.

La novela es el equivalente literario a una sinfonía. Requiere paciencia, resistencia y una mirada panorámica. No todos los escritores empiezan por aquí, pero quien se anima a hacerlo debe entender que es un compromiso de largo aliento.

 

El cuento: la canción perfecta

El cuento raras veces supera las 15,000 palabras (unas 60 páginas a doble espacio) y muchas veces es más breve.
Un cuento es como una canción: debe atrapar desde el inicio, tener ritmo y llegar a un cierre memorable.

La exigencia es enorme:

  • Cada palabra cuenta.
  • No hay espacio para adornos innecesarios.
  • Los mejores cuentos logran la precisión de un poema.

Por eso muchos consideran que el cuento es el terreno ideal para iniciarse en la escritura: exige menos tiempo que una novela, pero reta al escritor a ser certero. Se dice que en el cuento no hay puntada sin hilo.

 

La novela corta: entre la canción y la sinfonía

La novela corta se mueve en un terreno intermedio: entre 15,000 y 80,000 palabras.
No tiene reglas rígidas más allá de su extensión. En ella cabe la experimentación: una historia demasiado larga para ser cuento, pero que no necesita el andamiaje de una novela extensa.

 

¿Por qué importa la forma?

Porque la forma define el alcance de tu historia.

  • Una novela permite explorar un universo completo.
  • Un cuento puede concentrar una chispa emocional.
  • Una novela corta ofrece un espacio flexible y versátil.

La pregunta clave es: ¿qué necesita tu historia, por dónde te lleva?

 

Cada historia necesita su propia extensión

  • Cuento: “La casa de Asterión” de Borges (menos de 3 páginas, un universo entero en pocas palabras).
  • Novela corta: El coronel no tiene quien le escriba de García Márquez (una vida condensada en menos de 100 páginas).
  • Novela: Rayuela de Cortázar (un experimento extenso y complejo que redefine la lectura misma).

 

Ahora te toca

  1. Piensa en una idea para una historia.
  2. Escríbela en una frase (ej. “Un hombre descubre que puede escuchar los pensamientos de los animales”).
  3. Pregúntate: ¿merece desarrollarse en una sinfonía (novela), en una canción breve (cuento) o en un espacio intermedio (novela corta)?
  4. Inicia y date cuenta qué pide tu historia. ¿Basta ser puntual y preciso o necesitas explayarte y explorar a los personajes y el mundo que has creado?

Para mostrarte cómo esto ocurre en la práctica, te comparto lo que me pasó con mi primera novela.

 

Mi primera novela empezó como un cuento

Cuando escribí Los viejos salvajes, empecé pensando que se trataría de un cuento. Luego de las primeras páginas tuve claro su título: Carga pesada.

La historia se fue construyendo según se le complicaban las cosas a mi personaje y, al pasar la mitad del cuento, estaba seguro de cómo terminaría.

Lo que sucedió luego fue que, una vez terminé Carga pesada, me di cuenta de que la historia pedía más. Y, casi por inercia, inicié la segunda parte: Problemas de comunicación, que también se construyó de a pocos, mientras la historia avanzaba durante mis madrugadas universitarias.

La última parte, Oscuro laberinto escalonado, se hizo inevitable.

Ese proceso me enseñó que cada historia tiene sus propias necesidades y hay que saber hacerle caso a nuestro instinto creativo.

Gracias a que Los viejos salvajes se convirtió en una novela, obtuvo la segunda mención honrosa en el IV Premio Cámara Peruana del Libro de Novela Breve, lo que me abrió la puerta a las editoriales y a las publicaciones constantes.

Debemos considerar que la forma no es un simple tecnicismo: es la manera en que nuestras historias respiran. Como escritores, debemos escuchar lo que pide cada idea y darle el espacio justo para desarrollarse.

 

Por: Carlos de la Torre Paredes




Comentarios

Entradas populares de este blog

Qué es la ficción y por qué a todos nos gusta contar historias

Escribir ciencia ficción en el Perú (y vender tirajes enteros)