Qué es la ficción y por qué a todos nos gusta contar historias

 

Desde que existen las palabras, los seres humanos hemos inventado historias. Las usamos para explicar el mundo, para divertirnos, para dejar huella e incluso para lo que no comprendemos. La ficción —esa capacidad de crear relatos con personajes y sucesos imaginarios— no es solo un pasatiempo: es una necesidad tan arraigada en nosotros como el alimento o la compañía.

En este artículo te contaré qué entendemos por ficción, por qué tiene tanta fuerza en la vida humana y cómo se convierte en el punto de partida para cualquier escritor.

 

¿Qué diablos es la ficción?

Según el Diccionario de la Real Academia Española, ficción viene del latín fictio y significa “invención, cosa fingida”.
En el ámbito literario, la ficción es el arte de contar historias inventadas en prosa, utilizando únicamente palabras. Escribir ficción es aceptar un desafío: crear un mundo solo con letras, sin imágenes ni música que lo acompañen.

 

Pero, ¿por qué necesitamos historias?

En teoría, existen dos grandes razones por las que buscamos y creamos ficción:

  1. El entretenimiento. Las historias nos divierten, nos relajan, nos permiten escapar de la rutina.
  2. El sentido de la vida. La ficción nos ayuda a dar forma a preguntas existenciales propias: ¿quiénes somos?, ¿qué significa amar?, ¿cómo enfrentamos la muerte?
  3. El desahogo. A veces solo queremos sacar lo que llevamos dentro y la mejor forma que encontramos es dándole un sentido en la ficción.

Las historias son, en el fondo, un espejo en el que nos reconocemos.

Contar y escuchar historias nos recuerda que no estamos solos. Al leer sobre personajes imperfectos, con dudas y contradicciones, descubrimos que los demás también atraviesan miedos y deseos como los nuestros.

Por eso, una buena narración no es solo un entretenimiento: puede ser un refugio, una guía y hasta un acto de comunión con uno mismo y con otros seres humanos.

 

Despertemos a Dostoievski

Piensa en Crimen y castigo. Más allá de la trama policial, lo que atrapa es la exploración de la culpa, el perdón y la redención. La ficción, en este caso, abre un espacio para comprender los dilemas morales que todos enfrentamos, aunque nunca hayamos cometido un crimen.

 

Ahora te toca

  • Toma una libreta.
  • Escribe en una frase una pregunta sobre la vida que te intrigue (ej. “¿Qué pasaría si el tiempo pudiera detenerse solo para mí?”).
  • A partir de esa pregunta, inventa un personaje que la viva en carne propia.
    Ya tienes la semilla de una ficción.

 

Recuerdo que cuando escribí mi primera novela, Los viejos salvajes, lo único que deseaba era botar un poco del malestar y la confusión que sentía en ese momento de mi vida. Lo expresé como una novela de ciencia ficción y terror que hasta ahora me sigue trayendo alegrías.

Incluso, los nombres de los capítulos hacen referencia a estados mentales que, de alguna forma, necesité exteriorizar: Carga pesada, Problemas de comunicación, y Oscuro laberinto escalonado.




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