Qué es la ficción y por qué a todos nos gusta contar historias
Desde que existen las palabras, los seres humanos hemos
inventado historias. Las usamos para explicar el mundo, para divertirnos, para
dejar huella e incluso para lo que no comprendemos. La ficción —esa capacidad
de crear relatos con personajes y sucesos imaginarios— no es solo un
pasatiempo: es una necesidad tan arraigada en nosotros como el alimento o la
compañía.
En este artículo te contaré qué entendemos por ficción, por
qué tiene tanta fuerza en la vida humana y cómo se convierte en el punto de
partida para cualquier escritor.
¿Qué diablos es la ficción?
Según el Diccionario de la Real Academia Española,
ficción viene del latín fictio y significa “invención, cosa fingida”.
En el ámbito literario, la ficción es el arte de contar historias inventadas
en prosa, utilizando únicamente palabras. Escribir ficción es aceptar un
desafío: crear un mundo solo con letras, sin imágenes ni música que lo
acompañen.
Pero, ¿por qué necesitamos historias?
En teoría, existen dos grandes razones por las que buscamos
y creamos ficción:
- El
entretenimiento. Las historias nos divierten, nos relajan, nos
permiten escapar de la rutina.
- El
sentido de la vida. La ficción nos ayuda a dar forma a preguntas
existenciales propias: ¿quiénes somos?, ¿qué significa amar?, ¿cómo
enfrentamos la muerte?
- El
desahogo. A veces solo queremos sacar lo que llevamos dentro y la
mejor forma que encontramos es dándole un sentido en la ficción.
Las historias son, en el fondo, un espejo en el que nos
reconocemos.
Contar y escuchar historias nos recuerda que no estamos
solos. Al leer sobre personajes imperfectos, con dudas y contradicciones,
descubrimos que los demás también atraviesan miedos y deseos como los nuestros.
Por eso, una buena narración no es solo un entretenimiento:
puede ser un refugio, una guía y hasta un acto de comunión con uno mismo y con
otros seres humanos.
Despertemos a Dostoievski
Piensa en Crimen y castigo. Más allá de la trama
policial, lo que atrapa es la exploración de la culpa, el perdón y la
redención. La ficción, en este caso, abre un espacio para comprender los
dilemas morales que todos enfrentamos, aunque nunca hayamos cometido un crimen.
Ahora te toca
- Toma
una libreta.
- Escribe
en una frase una pregunta sobre la vida que te intrigue (ej. “¿Qué
pasaría si el tiempo pudiera detenerse solo para mí?”).
- A
partir de esa pregunta, inventa un personaje que la viva en carne propia.
Ya tienes la semilla de una ficción.
Recuerdo que cuando escribí mi primera novela, Los viejos
salvajes, lo único que deseaba era botar un poco del malestar y la confusión
que sentía en ese momento de mi vida. Lo expresé como una novela de ciencia
ficción y terror que hasta ahora me sigue trayendo alegrías.
Incluso, los nombres de los capítulos hacen referencia a
estados mentales que, de alguna forma, necesité exteriorizar: Carga pesada,
Problemas de comunicación, y Oscuro laberinto escalonado.

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